sábado, 29 de enero de 2011

Curiosidades de Segovia I

Soy segoviano. Podría haber nacido en otro lugar, pero no, lo hice aquí. Dijo el gran Miguel de Unamuno, que era de Bilbao, que él era dos veces español, una por vasco y otra por español, pues bien, sin querer ni poder llegar a la altura de los talones al bueno de don Miguel, diré yo que yo lo soy tres, una por segoviano, otra por castellano y otra por español… y aun añadiría que otra más por ser de La Granja, pero bueno eso ya es rizar el rizo.
Me he servido de esta hipérbole de chulería, para introduciros en la primera de las curiosidades de hoy:
Una gloriosa y desconocida gesta de nuestros antepasados. La conquista de Madrid por la milicia de Segovia, en cuanto lo leáis comprenderéis todo. Vamos al tajo.
En uno de los miles de estereotipos que surcan nuestra vieja piel de toro, se dice que los madrileños son unos chulos… Nosotros aquí en Segovia, que somos más chulos que un cortapichas, decimos con sencillez, que Madrid es el pueblo más grande de la provincia, ¿Quién es más chulo entonces? Perdámonos en las nieblas del tiempo… Alfonso VI, “el bravo” rey a la sazón de Castilla, de León y de Galicia, ordenó a sus fieles batir una pequeña pero aguerrida ciudad musulmana, Madinat Mayrit. Ante sus sólidas murallas formaban ya todas las huestes del rey, todas las órdenes militares y todas las milicias concejiles de los sus reinos, estaban los víveres, las tiendas, los carros, los cientos de hogueras, todo parecía marchar según Alfonso VI (por cierto el rey del Cid) había dispuesto… sin embargo él no parecía satisfecho y una fuerte voz se elevó por cima de todos los campamentos y hasta los moros de dentro la escucharon  ¡¡¿Pero dónde coj…. s están los de Segoviaaaaa?!!
Entre los “¡espera que m’ avío!” y “¡calla coño que ya voy!” los nuestros, llegaban tarde. Comandados por los capitanes Fernán García de la Torre y Día Sanz de Quesada, los segovianos llegaron al fin, reventáos, “ajigolaos” (como decimos aquí), pero llegaron. Se presentaron sus capitanes ante el rey, y debieron preguntar que “do se aposentaban” Alfonso VI visiblemente contrariado por su tardanza les mostró los campamentos en derredor todos llenitos de gentes de guerra, hasta más allá del Manzanares, y les debió de decir algo parecido a esto:
-¡Ahora les van a dar por c..o a guesas mercedes! Y si quieren aposento, tómenlo en Madrid.
Los dos capitanes se dieron media vuelta e informaron a los nuestros. Allí nadie se lo pensó dos veces. A los gritos de ¡¡¡Cómo que en Madrí!!! ¡¡Redios!! ¡¡Me cagüencinmilputas!! Y ¡¡¡Cacho güebrón pa na!!! Asaltaron llenos de ira los muros moros y al amanecer… la ciudad era nuestra.
Con un par enviaron emisarios al rey, diciendo que ya habían tomado el aposento que su majestad les había ofrecido y que si quería, que viniera, pues había sitio sobrado para él.
Esta es la historia obviamente caricaturizada, de la conquista de Madrid por aquellos bravos y esforzados segovianos en cuya memoria traigo aquí este pasaje de la historia.
…Quizá de aquello les venga la chulería nuestros vecinos de Madrid… es broma. Lo que parece ser que sí es real y que les viene de aquella gesta es el apelativo de “gatos” que se les da a los madrileños, pues de tal modo treparon los muros los conquistadores que diríase que lo hacían como gatos.

El nombre de Segovia.
No me atrevería a decir que es la única, pero Segovia es de las poquitas, capitales de provincia que ha tenido el mismo nombre siempre, a lo largo de miles de años. Aquí tenéis la prueba.

Pero lo mejor es que lo veáis en persona. El original de esta moneda está en el museo arqueológico de Madrid cuya vista recomiendo vivamente

“Las catedrales de Segovia”
En las páginas 14 y 15 de mi libro hay un rudimentario plano de cómo pudo ser la Segovia medieval. Si os fijáis bien, en la página 14 frente al alcázar, hay una tosca catedral románica… Esto de “los dos poderes” juntos, el civil o militar y el eclesiástico, no es algo único de Segovia, se daba con mucha frecuencia en la edad media en buena parte de los burgos cristianos y de las medinas árabes. Hoy, cuando se entra por el patio para visitar el alcázar y se contempla la enorme mole de la torre de Juan II enfrente, es difícil imaginar que el lugar que hoy ocupan los jardines y la estatua de Daoiz y Velarde (con sus preciosos faroles de dragones) estuvo ocupado por una catedral y sin embargo así fue. De hecho, es probable que esa enorme torre fuese construida para compensar y sobrepasar los muros y campanarios de la catedral para en caso de asedio y de que la catedral fuese tomada por el enemigo, seguir contando el alcázar con una ventaja en un posible combate… no se equivocaron.
En la guerra de las Comunidades, que se libró en Castilla contra el emperador Carlos I, los imperiales se atrincheraron en la catedral y los comuneros en el alcázar. Ambos edificios resultaron muy dañados, era 1521 y los cañones y mosquetes eran ya algo habitual en los ejércitos. Tras la derrota de los comuneros, la corona decidió demoler lo que quedaba de la catedral en vez de reconstruirla y alejarla del alcázar… por si acaso.
La nueva catedral se plantó en un lugar donde la iglesia tenía muchos terrenos, la antigua judería. Apenas 30 años antes se había empobrecido la nación con la expulsión de los judíos cuyas casas habían ido a parar en gran parte a la iglesia. Por fortuna la nueva catedral era más pequeña que la gran aljama segoviana y aún hoy podemos pasear por sus callejas, disfrutar, deleitarnos y soñar con cómo pudo ser este barrio judío.
Durante 15 días y 15 noches, nuestros antepasados tiraron de azada para cavar los cimientos de la catedral y luego continuaron entusiastas, como en plena edad media, ayudando con su esfuerzo a la construcción de la que se dice última construida en estilo gótico, en pleno renacimiento.
Un “obrón” técnicamente impresionante para la época, fue el transporte piedra a piedra del claustro completo desde la catedral vieja.
Mencionar aquí también dos curiosidades: una, que la catedral contó con su propio mirador que daba a la plaza para el seguimiento de espectáculos como corridas de toros y autos de fe, y otro, que hasta 1614 su torre era la más alta de las Españas, superando los 100 metros. Fue parcialmente derruida por un rayo. Hoy tiene 88 y la superan las de Sevilla Murcia y Toledo.

Primer “cómic” en que aparece el acueducto
            En sus cantigas a Santa María, Alfonso X “el sabio” narra el milagro que aconteció a la judía Esther (como la que aparece en mi novela)  en merced al cual, una judía que “simpatizaba” por el cristianismo, fue castigada por los hebreos y como no podían probarlo, la acusaron de engañar a su esposo. Su castigo, ser despeñada. Este castigo es muy normal en la edad media en los sitios que como Segovia, cuentan con precipicios. Incluso este castigo está muy bien regulado y descrito en el famoso Fuero de Sepúlveda. Prometo hacer una entrada otro día de las cosas curiosas de este Fuero, ahora sigo con lo otro.
La judía Esther fue despeñada en el paraje rocoso que llamamos La Fuencisla, ella se encomendó a Santa María y mientras caía, una paloma frenó su caída y la ayudó  a posarse tranquilamente en el suelo. A partir de ese día abrazó el cristianismo pasando a llamarse María del Salto.
Aquí os dejo una ilustración que viene en las cantigas de Santa María en la que se ven a los judíos scando de la ciudad a la pobre Esther y al fondo se ve el acueducto:

Y esta otra que también relata una historia muy parecida de un niño que jugando se cae y  la virgen le salva. Como podéis contemplar, sobran las palabras.

 Bueno pues dentro de poco caerán (como el niño este de arriba) más entradas, otra de cosas curiosas de Segovia, la prometida sobre el Fuero de Sepúlveda, desde luego otra que me ha pedido Donceldedrada y que en su día será revelada... y otras más que iré preparando, hasta entonces... sed buen@s

jueves, 20 de enero de 2011

Curiosidades medievales II

…Hay que ver lo curiosos que somos ¿eh?, como dijo Trillo, manda huevos. Bueno a ver dónde estábamos. Sí Los apellidos, lo habíamos dejado en los apellidos. Pues una cortita, esta imagino que la sabe todo el mundo, pero sirva para saber no solo cómo se apellidaban nuestros antepasados, sino para seguir la pista a cómo se llamaban. Sabréis que el “–ez” o “–iz” que llevan los apellidos en castellano quiere decir “hijo de”. Hay quien dice que esa partícula viene del vasco, otros que del latín, e incluso hay quien sostiene que viene del godo. Yo como no lo sé, ni quito ni pongo rey, solo lo expongo. Así Ruiz, es el hijo de Ruy, Rodríguez es el hijo de Rodrigo, Pérez es el hijo de Pero (que no Pedro), López el hijo de Lope, Núñez de Nuño, Álvarez de Alvar, Laínez de Laín, Méndez de Mendo.
En otros idiomas pasa lo mismo, en portugués, muchos apellidos acaban igual pero con  “-es”, como Juan Valdés, el del café. En escocés lo hacen con el “Mac” como la famosa cadena de “comida” basura MacDonals. Los irlandeses lo hacen con “ O’ ”, como Scarlett O’Hara En inglés es más evidente, pues en ese idioma, “son” si que quiere decir hijo. Así Jackson sería el hijo de Jack, excepto si es Jack el destripador que ese es un hijo de… la Gran Bretaña.
Por si no lo sabíais os diré que cuando nos referimos al nombre de pila de alguien, nos referimos al nombre que el cura y sus padres le dieron en la pila bautismal.

Y como andamos hablando de palabras que tienen origen en el pasado, vamos con algunos orígenes de algunas palabras que os resultarán harto curiosos. Como también sabéis muchas palabras de nuestro idioma vienen del árabe, cosa bastante normal pues si echáis cuentas desde 711 hasta 1492 estuvieron aquí 781 años. Por comparar un poco os diré que la presencia española en América comenzó en el mismo 1492 y terminó con la dolorosa pérdida de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y la Isla de Guam de un solo golpe en el infausto 1898, 406 años… pero esto es otra historia. A lo que iba: Baraja por ejemplo, viene del árabe baraka que quiere decir fortuna. ¿Qué otra cosa te entregan cuando te pasan cuatro cartas en el mus, cinquillo o julepe (que por cierto también viene del árabe y significa jarabe y desorden)?
Ya que estamos en fortuna y juegos, otra: Azar. Viene del árabe al-Zahr que significa, como supondréis, flor. ¿Y qué demonios tiene que ver una flor con todo esto? Pues por que ellos, los árabes con los dados que jugaban, en la cara del dado que solo lleva un punto, pintaban una flor. De ahí viene.
Otra más terrible: macabro, macabra, viene del árabe makbara que significa…. ¡TACHAÁN!.... significa cementerio. Tiene su cosa ¿verdad?
Jinete: viene del árabe zanatí . Los zanatíes pertenecían a una tribu beréber que vivía en el Atlas, que se llamaba  Zanata y que eran famosos por criar los mejores caballos y ser unos auténticos maestros de la equitación
Marrano: Del árabe muharran, que viene a ser algo así como maldito, excomulgado, anatema. Tras las conversiones forzosas de la inquisición a los judíos conversos se les llamaba marranos.
¡¡Y ahora que digo inquisición!! A la mayoría del mundo mundial, la inquisición le traerá a la mente espantosas imágenes de malvados españoles torturando inocentes, es más me atrevo a decir que en el 90% de los casos a la inquisición le ponemos el apellido de “española” ¿Me equivoco? Pues bien como todo el mundo sabe, o debería de saber, la inquisición nació en… se hacen apuestas… ¿Castilla? ¿Aragón? ¿León? ¿Navarra?... la realidad es que la inquisición con su barbarie, con su INTOLERANCIA nació en… Francia.
Sí, en Francia y no en España. A nuestro país llegó más de dos siglos después de que decenas de miles de “herejes” del país vecino, albigenses mayormente fueran masacrados por los cruzados. Sí cruzados. Las cruzadas no solo se libraron en Tierra Santa.

Esto de reos me lleva a explicaros el curioso origen de la frase “estar a la cuarta pregunta” Cuando en la “España de las 3 culturas” (otro día hablaremos de esta mentira, verdad en parte) y de los cinco reinos la justicia atrapaba a alguien, le hacían sistemáticamente cuatro preguntas, la primera, obviamente nombre y edad. La segunda, patria y profesión, la tercera, religión y estado. La cuarta: rentas. Al igual que pasa ahora, pocos ricos iban a la cárcel de modo que todos los que daban con sus huesos en aquellas pútridas cárceles, podían responder a todo menos a la cuarta pregunta. De ahí salió el dicho popular.
Otro dicho popular muy gracioso que me explicó un día su origen mi abuelo: “¿Qué tienen que ver los cojones con comer trigo?”  ¿Os suena? Al parecer había un caballero que volvía a su casa tras una batalla. Cabalgaba en un poderoso semental y como hacía tanto calor decidió descansar un poco. Se tumbó bajo un árbol y dejó suelto a su caballo para que comiese. Este se metió en un trigal y se puso a comer. Llegó entonces el dueño del trigal y le dijo al caballero que se llevase a su caballo, que le estaba destrozando todo el trigal. El caballero le llamó y el caballo ni caso, le volvió a llamar y el animal a lo suyo. Entre tanto el dueño del trigal estaba ya frenético y el caballero le pidió disculpas por el comportamiento de su montura. –Perdónele usted, es que está entero (sin castrar) y no obedece. A lo cual el enfurecido campesino respondió con la susodicha frase: ¡¡¡Y qué tienen que ver los cojones para comer trigo!!

La última por hoy: Todos hemos brindado alguna vez, pero ¿de donde viene esa costumbre? Parece ser que es una muestra de confianza de los anfitriones a sus huéspedes, me explico. Estaba “mal visto” llegar y matar a un rival para apoderarte de sus tierras, de sus ganados, de sus bienes y sus negocios, de modo que se le invitaba a un cenorrio, se le suministraba un poquito de veneno y el otro se iba a su casa tan contento donde palmaba. Limpio. Sin sangre de por medio. Así, para “limar asperezas” cuando el conde de tal invitaba al marqués de cual, vertía en la copa del otro vino de su propia copa, para demostrar que no estaba envenenada y lo hacía, lógicamente por su salud. De ahí la cosa quedó en simplemente un tocar las cosas y un “salud”
Venga y ya enlazo esta con otra que me viene a huevo: De un modo parecido, cuando dos caballeros se encontraban en un camino, en una ciudad, en un torneo, se levantaban los yelmos como señal de cortesía hacia el otro. Esto ha quedado en el saludo que aún hoy, se hacen los militares.

Y hasta aquí hoy, que me lío, me lío y hay que dejar un poquejo para otro día.
Sed buen@s


miércoles, 12 de enero de 2011

Curiosidades medievales I

              …Uno, dos. Uno, dos… probando, probando… ¿Estáis ahí? Bueno, por si caso y como yo sí que estoy, aquí vengo de nuevo con otra “historia” y nunca mejor dicho. Me apetece contaros algunas curiosidades, de esas que luego soltamos de vez en cuando y quien la escucha te mira y dice: …joder…lo que sabe este tío…
No es, en ningún caso, para hacerse el listillo, son solo cosas curiosas, que mola saber, de modo que vamos allá.

            Supongo que no tenéis una escalera de caracol a mano… en ese caso la próxima vez que vayáis por una en algún castillo, iglesia, torreón o similar, comprobad que SIEMPRE, tendréis la pared a la derecha al subir y el eje alrededor del que gira a la izquierda. De igual modo, al bajar la pared queda a la izquierda… ¿por qué? Nuestros ancestros serían cualquier cosa, pero no torpes. Una escalera de caracol es uno de los últimos reductos defensivos, si había que verse combatiendo en el… malo, malo. De modo que dieron la última ventaja al defensor y la última traba al atacante. Si atacas y subes con tus armas en la derecha, la pared no va a dejarte maniobrar bien, no tienes radio de acción para golpear, la pared te lo impide. Sin embargo, si eres el desesperado defensor que se aferra unos instantes más a la vida, tienes toda la movilidad para golpear con tu espada hacia abajo. Simple y efectivo ¿verdad?

            Y ya que en ataques andamos ¿En qué peli que asedian un castillo no echan aceite hirviendo a los sufridos atacantes? Supongo que vosotros vais al mercado y compráis aceite, de oliva claro. Está caro ¿verdad? Y eso que se obtiene con métodos modernos que tratan masivamente cantidades impensables para un hombre medieval. Ahora volved al medievo, el aceite no es un producto de lujo ¡¡¡es de lujísimo!!!  Primero hay que obtenerlo, luego transportarlo en escasas cantidades desde el sur (no se produce en otro sitio) y venderlo a precio de oro… sacad vuestras propias conclusiones. Sin duda les echarían (a parte de todas las inmundicias de la villa) agua hirviendo, más abundante y barata.

            Vamos ahora con otra coseja. Qué guapas están las novias con su traje y su ramo de flores. Ahora las bodas son en cualquier época del año… antes la mejor época sin duda era primavera y verano. Mayormente por cuestión de higiene. Pongamos que eres un castellano de la edad media que se va a casar con una castellana, bien guapa y hermosa ella. ¿Cuál fue el último baño que tomaron? En primer lugar la iglesia (y por ende la sociedad) veía en el baño algo pecaminoso, paradójicamente sucio, eso de tocarse uno todo el cuerpo desnudo… En segundo lugar, a ver quien tiene… lo que hay que tener para bañarse en un Segovia, en un Burgos, en un Ávila y luego irse a casa tan tranquilo sin coger una pulmonía que flipas… y me diréis ¡pues en la tele sale gente bañándose en San Sebastián, Gijón o Santander en pleno invierno! Y yo os respondo… ¿son muchos? Son casos muy, muy contados, de gente sana y muy bien alimentada. No era lo común en la edad media. Y bañarse en casa… lo más parecido que había a la calefacción era un cacho chimenea de cuidado, solo a su lado hacía calor y lo de las pelis de grandes cubas con aguas humeantes… quizá en la casa de algún rico riquísimo.
Pero sigo, no había colonias, ni servicios, ni papel higiénico. Es más, el papel que los moros hacían en Játiva era un lujo asiático… para escribir en él. Si vieran ahora el uso que damos a un tipo de papel… en fin. Tampoco había gayumbos, ni braguitas, y menos aún tirachinas…digo… tangas.
Tampoco nada parecido a cambiarse de ropa cada día. Era gente que trabajaba mucho en trabajos muy físicos y sudaban mucho.

            Os será fácil adivinar cómo podían oler y ahora os pregunto ¿Os molaría una noche de bodas, la primera noche de amor de vuestras vidas, con un mozo o moza con tales efluvios?
            Adivino vuestra respuesta. Por ello la gente escogía el buen tiempo para casarse, para bañarse bien y quitarse de encima toda la mugre, todas las cascarrias y las costras detrás de las orejas y si la novia iba con un ramo de flores que encima olían divino… eso era una explosión para los sentidos.
De ahí viene la costumbre de que las novias lleven un ramo de flores, que es lo que os contaba al principio, que me enrollo como una persiana.
            Deciros que más abajo, más al sur, en el lado de Mahoma, esto no era así. Los musulmanes disfrutaban de una cultura del agua y la limpieza que los cristianos desconocían. Si alguna vez pasáis por Córdoba os invito fervientemente a que vayáis a los baños árabes el hammam a daros un bañito y relajaros.
           
            Os cuento un par de cosas más de los apellidos. El apellido Rey o Reina, no es por algún hijo suelto de una noche loca de amor de alguno de nuestros antiguos monarcas, que haberlas hubo, parece que proviene de una antigua costumbre de los peregrinos que iban a Santiago. Debido a los peligros del camino solían ir en grupo y cuando llegaban al monte del Gozo, desde el cual se vislumbra Santiago por primera vez, salían corriendo cuesta arriba y el primero que lo veía era el rey o la reina y así eran llamados por el resto del grupo, de modo que algunos al llegar a la ciudad santa decían yo soy fulano Rey, o menganita Reina (fulana queda un  poco feo) y con ese nombre se quedaban.
            El apellido Blanco, como el de nuestro insigne y mal llamado “iletrado” ministro (pues el bachiller sí debe tenerlo). Parece ser que tiene su origen en el de los niños que eran abandonados en monasterios y otras casas de caridad y que al no tener nombre ni apellido, cuando salían de allí eran apellidados Blanco.

            Bueno pues voy a ver si ceno un poquito. Una ventaja más que tenemos sobre nuestros sufridos antepasados medievales…

martes, 4 de enero de 2011

La verdad que la ficción esconde

…Anno de Nuestro Sennor de mil y doçientos y onze…
¡¡Feliz año!! Ya queda uno menos para el 800 aniversario de la batalla de las Navas de Tolosa… Dicho esto:

¿A quien no le gustaría vivir una gran aventura junto a sus amigos y junto a la gente que quiere? ¿Quién no ha soñado desde pequeño con lances sin fin, en los que los “protas” son uno mismo y sus amigos y de los que por supuesto, siempre se sale airoso? A ver ¿Alguien por ahí que no lo haya soñado?... que levante la mano el que no.
Bien… el escribir da esas pequeñas ventajas, nada que ver con poner tu nombre al hipersupermegahéroe del videojuego de turno, no, no nada de eso. Cuando escribes, la historia la decides tú… al menos al principio, pues luego es curioso cómo los personajes van teniendo, cómo lo diría, su propia vida. Es curioso que lo que tú planeas va tomando un camino inesperado, el cual uno como conductor de la historia, debe seguir… En fin a lo que iba:
¿Quién hay detrás de los nombres de mi novela? Muchos de los nombres son reales, de gente que en realidad existió, Don Rodrigo Ximénez de Rada, todos los reyes que salen, la reina Leonor y sus hijos… pero hay otros personajes a los que hay que poner nombre y yo, a muchos de ellos les he puesto el de mis familiares y amigos. Es una simple cuestión de gratitud y agradecimiento, de honor si queréis. Se suele decir que uno elige a sus amigos… yo pienso que es más bien al revés, de modo que aquí vienen alguno de los nombres de “el hijo del herrador”, nombres de verdad, para personajes de ficción.
-Diego: Me encanta este nombre, lo he oído toda mi vida, a veces lo he gritado, a veces susurrado… de hecho, uno de mis hermanos se llama Diego.
-Julián, padre de Diego: como Juli, el gran Juli, el hermano mayor que nunca he tenido.
-Fernando, hermano de Diego: Como uno de mis abuelos, como mi tío y como mi primo. Con tanto Fernando en la familia, un Fernando tenía que haber en la novela fijo.  
-Oskar, el vidriero alemán: Mi otro hermano, gemelo de Diego, se llama así… pero con “c”
-Esther, médica hebrea: Esther, mi amiga Esther, gracias a ella comencé a escribir el libro y de algún modo que está escrito en las estrellas, gracias a ella conocí a quien hoy comparte, ilumina y da sentido a mi vida.
-Garcés Álvarez de Gustín, el caballero templario que salva la vida a Diego: Este caballero, lleva los apellidos de mi amigo Dioni, quien como él es un caballero y con quien he compartido derrotas y victorias… ahora al fin, solo las victorias campean en nuestras banderas.
-Don Alfredo, caballero que salva a Diego en las Navas de Tolosa: Al igual que la espada de don Alfredo, que está justo ahí en el momento exacto, mi amigo Fredy, ha estado, está y no dudo que estará.
-García Aguado, alférez de la villa de Segovia: García y Aguado son los apellidos de mi amigo Joaquín, alias “Muñe”. El ficticio es igual que el de carne (recuperada tras volver de Inglaterra) y hueso, templado, inteligente, capaz de dar la solución que a nadie se le ocurre.
Doña Constanza, aya de la reina Leonor: Mi abuelita, se llamaba y desde luego se sigue llamando Constanza. Cada día me mira desde el cielo, cuida de mí y allana mi camino.

Por fortuna, tengo otros amigos, cuyos nombres “no me cuadraban bien” en una novela medieval, pero que ahí están con sus personalidades. Me han ayudado sin saberlo, pues en ellos me he inspirado para crear la de otros personajes, creo que se lo debo: Eledi, Alejandro, José Manuel, Zana… Parte de lo que soy lo han forjado ellos, y también gracias a ellos, el hijo del herrador existe…

Sed buenos, seguro que os traerán muchas cosas los Reyes… Magos