Muy buenas, esta vez os dejo la obra de teatro que he escrito para la villa de ayllon y que representaron en mitad de la plaza en su conocida fiesta de "Ayllon Medieval" Espero que os guste:
La
historia tiene lugar repartida entre cuatro escenarios, La terraza
porticada de San Miguel, un patíbulo, otro tablado y la propia plaza
de la villa. Se necesita como estaba el año pasado, un patíbulo con
un tocón de madera para el verdugo y otro tablado cercano.
Entra
en la plaza entre redoble de tambores Don Álvaro de Luna ya mayor
con 63 años, maniatado y vestido con el hábito de la orden de
Santiago. Es precedido en este orden por: tambores y bombos, cuatro
portaestandartes con el pendón de Castilla, un verdugo, dos frailes
y dos soldados castellanos. Tras de él, dos soldados castellanos
más, el justicia mayor del reino y otros pendones, que junto a los
anteriores servirán más adelante para mezclarse entre el publico y
ser agitados allí. Caminan todos despacio hasta el cadalso donde
suben el verdugo, los frailes, Don Álvaro, y el Justicia Mayor del
Reino. Una vez todos arriba, cesan los tambores.
Desde
la terraza porticada de San Miguel, un narrador en voz no muy alta
pero sí muy profunda habla al público de la plaza:
Narrador:
-¡Escuchadme castellanos! ¡Escuchadme visitantes! Estamos en la
plaza mayor de Valladolid, en el muy amado por Dios reino de
Castilla. Mil cuatrocientos e cincuenta e tres años han corrido,
desde que el Verbo se fizo carne e habitó entre nos. Don Álvaro de
Luna, quien fuere el Condestable de Castilla y Maestre de la Orden de
Santiago va a ser hoy, dos de junio del susodicho año del Señor de
Mil cuatrocientos e cincuenta e tres, aquí degollado, degollado
aquí, en público cadalso.
Justicia
Mayor (Airado y
justiciero): ¡Don
Álvaro de Luna! Aunque el Don os sobra, ¡Por orden del rey nuestro
muy alto y noble señor, Don Juan II de Castilla, se os acusa de
traición, conspiración contra su persona y maquinación para
apoderaos del reyno! ¡Por todo ello y vuestra maldad, se os condena
a ser decapitado! ¡Que así sea y se cumpla! (escupe en el suelo
ante Don Álvaro)
Don
Álvaro de
Luna con estoico
gesto asiente, se dirige hacia el tocón donde colocará su cabeza,
antes de agacharse se detiene y dice: ¡Errado estáis justicia de
acusarme de traidor! ¡Y errada está su majestad! ¡Sabéis que no
hay ejército en Castilla como el mío, si alzase un dedo mis tropas
inundarían aquesta plaza sacándome della…mas… Con mi muerte os
demuestro que hasta en el morir soy leal y no traidor. Mi rey dice
morid… y muero! (levanta la vista y las manos al cielo) ¡Ay,
Castilla hermosa patria, qué mal pagas a quien bien tan te sirvió!.
–Don Álvaro posa su cabeza en el tocón, redoble de tambores, el
verdugo levanta su hacha…
Desde
el público: En
varios puntos varios actores mezclados gritan y animan a los
espectadores y visitantes del mercado a que griten con ellos para
detener la ejecución: –¡Teneos! ¡Teneos! ¡No! ¡Es inocente!
¡Piedad! ¡No! ¡Teneos! ¡Piedad! ¡Piedad! –Hay que tratar de
que todo el público participe y se forme un gran clamor. Ante él,
el justicia Mayor, sorprendido por la respuesta del pueblo, levanta
la mano y detiene la ejecución.
Justicia
Mayor (dirigiéndose
al pueblo a gritos): ¿Por qué pedís piedad contra aqueste traidor?
Uno
de entre el público:
¡Por que la merece!
Otro:
¡No es un traidor y podemos demostrarlo!
Justicia
Mayor (Amenazador):¡Ya
es tarde! ¡La sentencia está dictada y se cumplirá! ¡Señor
verdugo! ¡Por orden del rey! ¡Proceded!
Otro
de entre el público:
¡Justicia mayor! ¡Escuchad al menos!
Justicia
Mayor: ¿Escuchar a
quien?
Todos:
¡A ella!
Una
anciana sube ya despacio y costosamente al tablado
Justicia
Mayor (pregunta con
curiosidad): ¿Quién
sois anciana, que con vuestra interrupción regaláis minutos de vida
a quien non los meresce?
Anciana
hechicera: Soy quien
por arte de mi blanca magia os hará ver la verdad si es que a tal
queréis atender, soy quien por medio de mi sortilegio haré viajar
¡Gratis! en el espacio y en el tiempo a todos los aquí presentes
(alza los brazos) ¡Potencias de la tierra! ¡Potencias del cielo!
¡Potencias de las aguas y el subsuelo! ¡Yo os invoco! ¡Venid a mí!
(redoblan tambores, bombos y carracas) -Todos los personajes se
santiguan amedrentados. –¡Potencias del bien! ¡Facednos ver la
verdad! ¡Tornad en joven al viejo y hacedlo ante nos hablar! (más
ruido de tambores, bombos y carracas, mientras un joven caballero
sube al lado de la anciana)
Narrador:
(Exultante)
¡Mirad! ¡Mirad a
vuestro alrededor! ¡Mirad los pórticos! ¡Mirad la fuente! ¡Mirad
la plaza! Nos hallamos agora en la villa de Ayllón muchos años
antes de la sentencia contra
Don Álvaro de Luna.
¡Cuan eficaz fue la magia de la anciana! (señala al Don Álvaro
joven) ¡Vedlo ahí! ¡Ved cuan mozo y galán se halla de nuevo Don
Álvaro! (confidente se pone una mano junto a la boca) ¡Cuidado
mozas! que está de buen ver, es aguerrido y bravo, diestro de espada
y pluma y siempre en su bolsa suena plata.
De
él dijo el gran Pérez del pulgar famoso en las campañas contra los
moros de Granada: “Es de saber que este Condestable fue pequeño de
cuerpo y menudo de rostro, pero bien compuesto de sus miembros, de
buena fuerza y muy cabalgador, asaz diestro en las armas y en los
juegos dellas, muy avisado. En el palacio muy gracioso y bien
razonado como quiera que algo dudase en la palabra. Muy discreto e
gran disimulador: fengido e cauteloso y que mucho se deleitaba usar
tales artes y cautelas, ansí que parece que lo había a natura”
Don
Álvaro de Luna,
(anciano)
mira entre incrédulo, temeroso y extrañado a su alrededor:
-¡Bendito sea el cielo! ¿Qué arcano es aqueste? …Aquesta plaza…
¡Aquestas gentes! ¡Son… son las mías de mi amada Ayllón! ¡Y
ese… ese… ese joven…! ¡Por vida mía! ¡Soy yo!
Justicia
mayor Aterrado corre
a abrazar al verdugo –¡Bruja del demonio! ¡Sierva de Satán! ¿De
qué negra magia te sirves?
Anciana:
¡Callad y escuchad!
Don
Álvaro de Luna (joven)
Hace una profunda reverencia a la anciana -¡Queridos vecinos de mi
muy querida villa de Ayllón, visitantes de otras tierras que adrede
o por fortuna aquí paráis, ruego me escuchéis pues aquesta y no
otra es la verdad de mi vida: Gracias a al poderoso linaje de mi
familia siendo muy joven entré como paje al servicio de mi señor
Juan II, yo era un mozalbete mas él era solo un niño, mas a pesar
de la diferencia de edad nos convertimos en compañeros de juegos.
Como hoy, tiempos de convulsión e inquietud sacudían Castilla y los
reinos vecinos. En el verano del año del señor de 1411 morábamos
en Riaza cuando el tío de mi señor y regente a la sazón Don
Fernando de Antequera, nos llamó. Fue la primera vez que mis pies
hoyaron esta bendita villa de Ayllón. Los días que aquí pasamos
fueron de un esplendor sin igual para Ayllón, La villa se lleno de
personajes insignes que iban y venían llenando las calles con sus
vistosas comitivas, el gran San Vicente Ferrer predicó ante
nosotros, una embajada del rey de Navarra visitó la villa ¡Que
boato! ¡Que grandeza! (Se queda pensativo)
Narrador:
Tras el compromiso de Caspe, Fernando de Antequera se convirtió en
rey de Aragón y dejó de ser regente de Castilla. Ese puesto lo
ocupó Doña Catalina de Lancaster progenitora del aun niño Juan II.
Doña Catalina era una mujer depravada e incapaz para el gobierno, lo
que aprovecharon los nobles, los infantes de Aragón y el rey de
Navarra para minar la autoridad real y repartirse las tierras y
señoríos de Castilla. El reino era un caos, fue entonces en medio
de aquel desastre cuando emergió la figura de Don Álvaro de Luna.
Don
Álvaro (joven) Rodeado
de ambiciosos e incapaces, el joven Juan II estaba confundido y solo
confió en su amigo de infancia, en mi persona, para sacar al reino
del desastre en que se hallaba. Frente a la gran nobleza de Castilla,
los infantes de Aragón, el rey de Navarra y mi archienemigo Enrique
de Aragón, forjé una coalición formada por la pequeña nobleza
castellana, las ciudades, el bajo clero y los judíos.
Justicia
mayor ¡Con los
judíos! ¡Los asesinos de nuestro señor!
Todos:
¡Que os calléis!
Don
Álvaro (joven) Como
os decía, forjé una alianza de los pequeños del reino, de los
desfavorecidos, contra los grandes… Los poderosos jamás me lo
perdonaron. No os aburriré con datos, nombres y fechas, que los hay
a cientos, solo deciros que fue una época convulsa para el reino.
Las batallas sucedían a las batallas, las intrigas a las traiciones,
de las que casi siempre salía victorioso, es más, la más sonada
traición contra mí y de la que no pude escapar, convirtiose de
traición en bendición.
Narrador
La facción de los poderosos, consigue convencer al débil Juan II de
que Don Álvaro de Luna es mala influencia para él y para el reino
de Castilla, por lo que Don Álvaro es apartado de la corte y
desterrado a aquesta villa de Ayllón, que estaba en su tenencia y le
era muy querida. Don Álvaro llegó aquí seguido por un brillante
séquito de caballeros, prelados y gentilhombres entre grueso
aparato. Con ellos cruzó aquel arco, atravesó la plaza que agora
nos rodea y pisó los mesmos suelos que vuestros pies pisan hoy.
¡Ayllón vive los momentos de mayor esplendor de su historia!
Don
Álvaro (joven) ¡Jamás
desterrado alguno fue tan bien acogido ni expatriado nunca vivió
tan feliz!
Don
Álvaro (anciano)
¡Sí, sí también yo recuerdo esa época! Fue la más feliz de mi
vida, sin las preocupaciones del gobierno, sin que sobre mis hombros
cayera todo el peso del reino, ¡Cuanta dicha!
Don
Álvaro (joven) ¡Cuanta
dicha! ¡Caballeros, torneos! ¡Hermosas damas! ¡¡¡Fiestas y
diversión!!! (Aquí que empiece la música a sonar y todo el mundo
baile, que los actores cojan a la gente y bailen con ellos que en
todos los escenarios bailen también los actores)
Narrador:
En aquesta, su muy amada villa de Ayllón, Don Álvaro de Luna
disfrutaba por primera vez de los placeres de la vida, cuentan las
crónicas que vivía más como un príncipe, que como un proscrito.
Don
Álvaro (joven) Disfruté
de la caza, de la pesca, de las cabalgadas por aquestas tierras, de
su olor, de sus atardeceres, de la compaña de mi familia, mis
amigos, mis fieles…
Narrador:
Entre tanto fuera de la burbuja de Ayllón había otro mundo, sin la
poderosa figura unificadora de Don Álvaro, los grandes nobles, los
infantes de Aragón y el rey de Navarra campaban a sus anchas
tornando de nuevo el reino en caos. Asesinatos, violaciones, ajustes
de cuentas, robos, abusos por doquier, ¡Hasta sacrilegios se
cometieron! Castilla era un peligroso lugar do nada ni nadie se
respetaba y que el rey era incapaz de controlar. Pronto todo el reino
era un clamor pidiendo a gritos la vuelta de Don Álvaro.
Don
Álvaro (joven) Hasta
tres veces mi señor me pidió que volviera, mas yo era tan feliz
aquí… (Señala al pueblo con las manos) -Finalmente accedí, no
podía permitir que mi amada Castilla ni mi amado señor Juan II se
perdiesen. El rey se echó en mis brazos, y no es una manera de
hablar. En poco tiempo, mis tropas pusieron toda Castilla en orden
mas… hubo una terrible guerra contra Aragón. (Aquí nueva
participación del público, en una punta los actores agitando
pendones gritan a favor de Castilla y tratan de que la gente grite
también con ellos, mientras en la otra punta otros actores enarbolan
banderas de Aragón, gritan a favor de este reino y tratan de que la
gente se les una, que los tambores toquen también) -Esta vez
vencimos los castellanos, gracias a Dios. Tras esta batalla hubo
otras contra moros, navarros y nobles ambiciosos. La victoria sonrió
siempre a nuestras banderas, yo estaba en la cima de mi gloria cuando
sucedió lo impensable… (Desgarrado) ¡Cómo! ¡Cómo! ¿Como mi
señor pudo traicionarme? (Llora)
Narrador:
La esposa del rey, Isabel de Portugal, madre de la futura Isabel la
Católica, celosa y temerosa del poder de Don Álvaro de Luna,
conspira para provocar su caída. Vierte veneno en los oídos del
débil Juan II quien temiendo perder los favores de su bella esposa
sucumbe. Cuenta la leyenda que cuando una gran hueste del rey se
dirigió a Ayllón a prenderlo en su nombre, el condestable escapó
por una alcantarilla que aún existe bajo la muralla de aquesta
villa.
Don
Álvaro (viejo): No
hace mucho de tal lance, mas no juzgadme mal, no escapé por
cobardía, mi ejército era mucho mayor que el del rey y contábamos
con la defensa de la muralla. Preferí no ver vertida más sangre de
castellanos, que ya había visto mucha. Recorridas unas leguas, torné
a la villa. ¿Por qué había yo de escapar de mi señor? Seguro que
era todo un error que pronto se arreglaría… cuan necio fui.
Narrador:
Don Álvaro fue
arrestado. En precipitado un juicio que no fue sino una pantomima
manejada por la reina y sus ambiciosos nobles, el condestable es
condenado a morir degollado.
Hechicera:
¡¡Arenas del tiempo volved a caminar!! Llevadnos de nuevo a
Valladolid y hacednos ver lo que aconteció en aquel cadalso, en
aquella fatídica e indigna jornada. (Tambores, carracas mucho ruido
la hechicera y el Don Álvaro joven desaparecen del tablado)
Justicia
mayor ¡Basta ya de
tonterías! ¡No quiero escuchad más! ¡Continuad con la ejecución!
¡Señor verdugo proceded! (redobles)
Actores
del público: (tratan
de nuevo de impedir la ejecución y de que el público se sume) ¡No!
¡Piedad! ¡Es inocente! ¡Tenéos!
Don
Álvaro (viejo):
(Antes de agacharse al tocón) ¡Maldito seas rey de Castilla!
¡Maldito el amigo que con traición paga a su amigo! ¡Yo te di toda
mi vida y tu… tu me das muerte! ¡Me mandas morir y muero! ¡Te
obedezco! ¡Mas sabe, que si justicia no hay en aqueste mundo si la
habrá en el otro, al cual yo te emplazo y en el cual yo te espero!
¡Como que hay Dios que en menos de un año allí estarás conmigo!
¡Do habrás de acudir ante Nuestro Señor, el más grande juez para
dar cuenta de tus actos! ¡Que Él se apiade de ti! ¡Allá te
espero! (Se agacha y pone la cabeza en el tocón)
Nuevos
redobles de tambores, cuando se detienen el verdugo descarga su
hacha, hasta este momento los actores del público piden piedad y que
se detenga el ajusticiamiento. El actor que hace de don Álvaro se
sube el cuello alto de tela que lleva en el vestido simulando no
tener cabeza y cae hacia un lado. El verdugo saca del cesto de mimbre
una cabeza chorreante de zumo de tomate que muestra al público. (Que
suene por megafonía una música triste sobre la cual comience a
hablar el narrador)
Narrador:
Cuenta la leyenda que Don Juan II marchó a Segovia para no
presenciar la ejecución de Valladolid. En su alcázar se hallaba
cuando una terrible tormenta se desencadenó sobre la villa. En el
justo momento que el hacha cortaba la cabeza del condestable, un
relámpago iluminó fantasmalmente la estancia do se hallaba el rey,
sus aterrados ojos presenciaron milagrosamente la escena del
ajusticiamiento, con Don Álvaro instándole a acudir al otro mundo
en el plazo de un año para el juicio divino, por haber sido tan
injusto con quien tan fielmente le sirvió a él y al reino. El débil
rey, aterrado por la visión, cayó desfallecido. Desde aquel día,
enfermó de melancolía y arrepentimiento, ni su amada Isabel podía
calmarle. Acosado por el remordimiento, la culpa y la falta de su
leal amigo, triste y enfermo murió en el plazo de un año tal y como
había dicho don Álvaro, mas… esto solo es leyenda, quizá no
ocurrió… o quizá sí…
La
figura del Condestable fue tan importante en nuestra historia, que
pasados más de doscientos años de su injusta muerte, en el año del
Señor de 1658 el consejo de Castilla en pleno declaró póstumamente
a Don Álvaro de Luna inocente de los muchos crímenes, excesos,
delitos, maleficios, tiranías y cohechos por los que había sido
juzgado.
Tras
tan azarosa vida, sus restos descansan por fin en paz, en la capilla
de los Condestables de la catedral de Toledo, si por allí pasáis,
decid con orgullo, Don Álvaro, soy de la villa de Ayllón…y os
seguimos recordando…
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