domingo, 12 de agosto de 2012


Muy buenas, esta vez os dejo la obra de teatro que he escrito para la villa de ayllon y que representaron en mitad de la plaza en su conocida fiesta de "Ayllon Medieval" Espero que os guste:

La historia tiene lugar repartida entre cuatro escenarios, La terraza porticada de San Miguel, un patíbulo, otro tablado y la propia plaza de la villa. Se necesita como estaba el año pasado, un patíbulo con un tocón de madera para el verdugo y otro tablado cercano.
Entra en la plaza entre redoble de tambores Don Álvaro de Luna ya mayor con 63 años, maniatado y vestido con el hábito de la orden de Santiago. Es precedido en este orden por: tambores y bombos, cuatro portaestandartes con el pendón de Castilla, un verdugo, dos frailes y dos soldados castellanos. Tras de él, dos soldados castellanos más, el justicia mayor del reino y otros pendones, que junto a los anteriores servirán más adelante para mezclarse entre el publico y ser agitados allí. Caminan todos despacio hasta el cadalso donde suben el verdugo, los frailes, Don Álvaro, y el Justicia Mayor del Reino. Una vez todos arriba, cesan los tambores.
Desde la terraza porticada de San Miguel, un narrador en voz no muy alta pero sí muy profunda habla al público de la plaza:

Narrador: -¡Escuchadme castellanos! ¡Escuchadme visitantes! Estamos en la plaza mayor de Valladolid, en el muy amado por Dios reino de Castilla. Mil cuatrocientos e cincuenta e tres años han corrido, desde que el Verbo se fizo carne e habitó entre nos. Don Álvaro de Luna, quien fuere el Condestable de Castilla y Maestre de la Orden de Santiago va a ser hoy, dos de junio del susodicho año del Señor de Mil cuatrocientos e cincuenta e tres, aquí degollado, degollado aquí, en público cadalso.

Justicia Mayor (Airado y justiciero): ¡Don Álvaro de Luna! Aunque el Don os sobra, ¡Por orden del rey nuestro muy alto y noble señor, Don Juan II de Castilla, se os acusa de traición, conspiración contra su persona y maquinación para apoderaos del reyno! ¡Por todo ello y vuestra maldad, se os condena a ser decapitado! ¡Que así sea y se cumpla! (escupe en el suelo ante Don Álvaro)

Don Álvaro de Luna con estoico gesto asiente, se dirige hacia el tocón donde colocará su cabeza, antes de agacharse se detiene y dice: ¡Errado estáis justicia de acusarme de traidor! ¡Y errada está su majestad! ¡Sabéis que no hay ejército en Castilla como el mío, si alzase un dedo mis tropas inundarían aquesta plaza sacándome della…mas… Con mi muerte os demuestro que hasta en el morir soy leal y no traidor. Mi rey dice morid… y muero! (levanta la vista y las manos al cielo) ¡Ay, Castilla hermosa patria, qué mal pagas a quien bien tan te sirvió!. –Don Álvaro posa su cabeza en el tocón, redoble de tambores, el verdugo levanta su hacha…

Desde el público: En varios puntos varios actores mezclados gritan y animan a los espectadores y visitantes del mercado a que griten con ellos para detener la ejecución: –¡Teneos! ¡Teneos! ¡No! ¡Es inocente! ¡Piedad! ¡No! ¡Teneos! ¡Piedad! ¡Piedad! –Hay que tratar de que todo el público participe y se forme un gran clamor. Ante él, el justicia Mayor, sorprendido por la respuesta del pueblo, levanta la mano y detiene la ejecución.

Justicia Mayor (dirigiéndose al pueblo a gritos): ¿Por qué pedís piedad contra aqueste traidor?

Uno de entre el público: ¡Por que la merece!

Otro: ¡No es un traidor y podemos demostrarlo!

Justicia Mayor (Amenazador):¡Ya es tarde! ¡La sentencia está dictada y se cumplirá! ¡Señor verdugo! ¡Por orden del rey! ¡Proceded!

Otro de entre el público: ¡Justicia mayor! ¡Escuchad al menos!

Justicia Mayor: ¿Escuchar a quien?

Todos: ¡A ella!

Una anciana sube ya despacio y costosamente al tablado

Justicia Mayor (pregunta con curiosidad): ¿Quién sois anciana, que con vuestra interrupción regaláis minutos de vida a quien non los meresce?

Anciana hechicera: Soy quien por arte de mi blanca magia os hará ver la verdad si es que a tal queréis atender, soy quien por medio de mi sortilegio haré viajar ¡Gratis! en el espacio y en el tiempo a todos los aquí presentes (alza los brazos) ¡Potencias de la tierra! ¡Potencias del cielo! ¡Potencias de las aguas y el subsuelo! ¡Yo os invoco! ¡Venid a mí! (redoblan tambores, bombos y carracas) -Todos los personajes se santiguan amedrentados. –¡Potencias del bien! ¡Facednos ver la verdad! ¡Tornad en joven al viejo y hacedlo ante nos hablar! (más ruido de tambores, bombos y carracas, mientras un joven caballero sube al lado de la anciana)

Narrador: (Exultante) ¡Mirad! ¡Mirad a vuestro alrededor! ¡Mirad los pórticos! ¡Mirad la fuente! ¡Mirad la plaza! Nos hallamos agora en la villa de Ayllón muchos años antes de la sentencia contra Don Álvaro de Luna. ¡Cuan eficaz fue la magia de la anciana! (señala al Don Álvaro joven) ¡Vedlo ahí! ¡Ved cuan mozo y galán se halla de nuevo Don Álvaro! (confidente se pone una mano junto a la boca) ¡Cuidado mozas! que está de buen ver, es aguerrido y bravo, diestro de espada y pluma y siempre en su bolsa suena plata.
De él dijo el gran Pérez del pulgar famoso en las campañas contra los moros de Granada: “Es de saber que este Condestable fue pequeño de cuerpo y menudo de rostro, pero bien compuesto de sus miembros, de buena fuerza y muy cabalgador, asaz diestro en las armas y en los juegos dellas, muy avisado. En el palacio muy gracioso y bien razonado como quiera que algo dudase en la palabra. Muy discreto e gran disimulador: fengido e cauteloso y que mucho se deleitaba usar tales artes y cautelas, ansí que parece que lo había a natura”

Don Álvaro de Luna, (anciano) mira entre incrédulo, temeroso y extrañado a su alrededor: -¡Bendito sea el cielo! ¿Qué arcano es aqueste? …Aquesta plaza… ¡Aquestas gentes! ¡Son… son las mías de mi amada Ayllón! ¡Y ese… ese… ese joven…! ¡Por vida mía! ¡Soy yo!

Justicia mayor Aterrado corre a abrazar al verdugo –¡Bruja del demonio! ¡Sierva de Satán! ¿De qué negra magia te sirves?

Anciana: ¡Callad y escuchad!

Don Álvaro de Luna (joven) Hace una profunda reverencia a la anciana -¡Queridos vecinos de mi muy querida villa de Ayllón, visitantes de otras tierras que adrede o por fortuna aquí paráis, ruego me escuchéis pues aquesta y no otra es la verdad de mi vida: Gracias a al poderoso linaje de mi familia siendo muy joven entré como paje al servicio de mi señor Juan II, yo era un mozalbete mas él era solo un niño, mas a pesar de la diferencia de edad nos convertimos en compañeros de juegos. Como hoy, tiempos de convulsión e inquietud sacudían Castilla y los reinos vecinos. En el verano del año del señor de 1411 morábamos en Riaza cuando el tío de mi señor y regente a la sazón Don Fernando de Antequera, nos llamó. Fue la primera vez que mis pies hoyaron esta bendita villa de Ayllón. Los días que aquí pasamos fueron de un esplendor sin igual para Ayllón, La villa se lleno de personajes insignes que iban y venían llenando las calles con sus vistosas comitivas, el gran San Vicente Ferrer predicó ante nosotros, una embajada del rey de Navarra visitó la villa ¡Que boato! ¡Que grandeza! (Se queda pensativo)

Narrador: Tras el compromiso de Caspe, Fernando de Antequera se convirtió en rey de Aragón y dejó de ser regente de Castilla. Ese puesto lo ocupó Doña Catalina de Lancaster progenitora del aun niño Juan II. Doña Catalina era una mujer depravada e incapaz para el gobierno, lo que aprovecharon los nobles, los infantes de Aragón y el rey de Navarra para minar la autoridad real y repartirse las tierras y señoríos de Castilla. El reino era un caos, fue entonces en medio de aquel desastre cuando emergió la figura de Don Álvaro de Luna.

Don Álvaro (joven) Rodeado de ambiciosos e incapaces, el joven Juan II estaba confundido y solo confió en su amigo de infancia, en mi persona, para sacar al reino del desastre en que se hallaba. Frente a la gran nobleza de Castilla, los infantes de Aragón, el rey de Navarra y mi archienemigo Enrique de Aragón, forjé una coalición formada por la pequeña nobleza castellana, las ciudades, el bajo clero y los judíos.

Justicia mayor ¡Con los judíos! ¡Los asesinos de nuestro señor!

Todos: ¡Que os calléis!

Don Álvaro (joven) Como os decía, forjé una alianza de los pequeños del reino, de los desfavorecidos, contra los grandes… Los poderosos jamás me lo perdonaron. No os aburriré con datos, nombres y fechas, que los hay a cientos, solo deciros que fue una época convulsa para el reino. Las batallas sucedían a las batallas, las intrigas a las traiciones, de las que casi siempre salía victorioso, es más, la más sonada traición contra mí y de la que no pude escapar, convirtiose de traición en bendición.

Narrador La facción de los poderosos, consigue convencer al débil Juan II de que Don Álvaro de Luna es mala influencia para él y para el reino de Castilla, por lo que Don Álvaro es apartado de la corte y desterrado a aquesta villa de Ayllón, que estaba en su tenencia y le era muy querida. Don Álvaro llegó aquí seguido por un brillante séquito de caballeros, prelados y gentilhombres entre grueso aparato. Con ellos cruzó aquel arco, atravesó la plaza que agora nos rodea y pisó los mesmos suelos que vuestros pies pisan hoy. ¡Ayllón vive los momentos de mayor esplendor de su historia!

Don Álvaro (joven) ¡Jamás desterrado alguno fue tan bien acogido ni expatriado nunca vivió tan feliz!

Don Álvaro (anciano) ¡Sí, sí también yo recuerdo esa época! Fue la más feliz de mi vida, sin las preocupaciones del gobierno, sin que sobre mis hombros cayera todo el peso del reino, ¡Cuanta dicha!

Don Álvaro (joven) ¡Cuanta dicha! ¡Caballeros, torneos! ¡Hermosas damas! ¡¡¡Fiestas y diversión!!! (Aquí que empiece la música a sonar y todo el mundo baile, que los actores cojan a la gente y bailen con ellos que en todos los escenarios bailen también los actores)

Narrador: En aquesta, su muy amada villa de Ayllón, Don Álvaro de Luna disfrutaba por primera vez de los placeres de la vida, cuentan las crónicas que vivía más como un príncipe, que como un proscrito.

Don Álvaro (joven) Disfruté de la caza, de la pesca, de las cabalgadas por aquestas tierras, de su olor, de sus atardeceres, de la compaña de mi familia, mis amigos, mis fieles…
Narrador: Entre tanto fuera de la burbuja de Ayllón había otro mundo, sin la poderosa figura unificadora de Don Álvaro, los grandes nobles, los infantes de Aragón y el rey de Navarra campaban a sus anchas tornando de nuevo el reino en caos. Asesinatos, violaciones, ajustes de cuentas, robos, abusos por doquier, ¡Hasta sacrilegios se cometieron! Castilla era un peligroso lugar do nada ni nadie se respetaba y que el rey era incapaz de controlar. Pronto todo el reino era un clamor pidiendo a gritos la vuelta de Don Álvaro.

Don Álvaro (joven) Hasta tres veces mi señor me pidió que volviera, mas yo era tan feliz aquí… (Señala al pueblo con las manos) -Finalmente accedí, no podía permitir que mi amada Castilla ni mi amado señor Juan II se perdiesen. El rey se echó en mis brazos, y no es una manera de hablar. En poco tiempo, mis tropas pusieron toda Castilla en orden mas… hubo una terrible guerra contra Aragón. (Aquí nueva participación del público, en una punta los actores agitando pendones gritan a favor de Castilla y tratan de que la gente grite también con ellos, mientras en la otra punta otros actores enarbolan banderas de Aragón, gritan a favor de este reino y tratan de que la gente se les una, que los tambores toquen también) -Esta vez vencimos los castellanos, gracias a Dios. Tras esta batalla hubo otras contra moros, navarros y nobles ambiciosos. La victoria sonrió siempre a nuestras banderas, yo estaba en la cima de mi gloria cuando sucedió lo impensable… (Desgarrado) ¡Cómo! ¡Cómo! ¿Como mi señor pudo traicionarme? (Llora)
Narrador: La esposa del rey, Isabel de Portugal, madre de la futura Isabel la Católica, celosa y temerosa del poder de Don Álvaro de Luna, conspira para provocar su caída. Vierte veneno en los oídos del débil Juan II quien temiendo perder los favores de su bella esposa sucumbe. Cuenta la leyenda que cuando una gran hueste del rey se dirigió a Ayllón a prenderlo en su nombre, el condestable escapó por una alcantarilla que aún existe bajo la muralla de aquesta villa.
Don Álvaro (viejo): No hace mucho de tal lance, mas no juzgadme mal, no escapé por cobardía, mi ejército era mucho mayor que el del rey y contábamos con la defensa de la muralla. Preferí no ver vertida más sangre de castellanos, que ya había visto mucha. Recorridas unas leguas, torné a la villa. ¿Por qué había yo de escapar de mi señor? Seguro que era todo un error que pronto se arreglaría… cuan necio fui.
Narrador: Don Álvaro fue arrestado. En precipitado un juicio que no fue sino una pantomima manejada por la reina y sus ambiciosos nobles, el condestable es condenado a morir degollado.

Hechicera: ¡¡Arenas del tiempo volved a caminar!! Llevadnos de nuevo a Valladolid y hacednos ver lo que aconteció en aquel cadalso, en aquella fatídica e indigna jornada. (Tambores, carracas mucho ruido la hechicera y el Don Álvaro joven desaparecen del tablado)

Justicia mayor ¡Basta ya de tonterías! ¡No quiero escuchad más! ¡Continuad con la ejecución! ¡Señor verdugo proceded! (redobles)

Actores del público: (tratan de nuevo de impedir la ejecución y de que el público se sume) ¡No! ¡Piedad! ¡Es inocente! ¡Tenéos!

Don Álvaro (viejo): (Antes de agacharse al tocón) ¡Maldito seas rey de Castilla! ¡Maldito el amigo que con traición paga a su amigo! ¡Yo te di toda mi vida y tu… tu me das muerte! ¡Me mandas morir y muero! ¡Te obedezco! ¡Mas sabe, que si justicia no hay en aqueste mundo si la habrá en el otro, al cual yo te emplazo y en el cual yo te espero! ¡Como que hay Dios que en menos de un año allí estarás conmigo! ¡Do habrás de acudir ante Nuestro Señor, el más grande juez para dar cuenta de tus actos! ¡Que Él se apiade de ti! ¡Allá te espero! (Se agacha y pone la cabeza en el tocón)

Nuevos redobles de tambores, cuando se detienen el verdugo descarga su hacha, hasta este momento los actores del público piden piedad y que se detenga el ajusticiamiento. El actor que hace de don Álvaro se sube el cuello alto de tela que lleva en el vestido simulando no tener cabeza y cae hacia un lado. El verdugo saca del cesto de mimbre una cabeza chorreante de zumo de tomate que muestra al público. (Que suene por megafonía una música triste sobre la cual comience a hablar el narrador)


Narrador: Cuenta la leyenda que Don Juan II marchó a Segovia para no presenciar la ejecución de Valladolid. En su alcázar se hallaba cuando una terrible tormenta se desencadenó sobre la villa. En el justo momento que el hacha cortaba la cabeza del condestable, un relámpago iluminó fantasmalmente la estancia do se hallaba el rey, sus aterrados ojos presenciaron milagrosamente la escena del ajusticiamiento, con Don Álvaro instándole a acudir al otro mundo en el plazo de un año para el juicio divino, por haber sido tan injusto con quien tan fielmente le sirvió a él y al reino. El débil rey, aterrado por la visión, cayó desfallecido. Desde aquel día, enfermó de melancolía y arrepentimiento, ni su amada Isabel podía calmarle. Acosado por el remordimiento, la culpa y la falta de su leal amigo, triste y enfermo murió en el plazo de un año tal y como había dicho don Álvaro, mas… esto solo es leyenda, quizá no ocurrió… o quizá sí…
La figura del Condestable fue tan importante en nuestra historia, que pasados más de doscientos años de su injusta muerte, en el año del Señor de 1658 el consejo de Castilla en pleno declaró póstumamente a Don Álvaro de Luna inocente de los muchos crímenes, excesos, delitos, maleficios, tiranías y cohechos por los que había sido juzgado.
Tras tan azarosa vida, sus restos descansan por fin en paz, en la capilla de los Condestables de la catedral de Toledo, si por allí pasáis, decid con orgullo, Don Álvaro, soy de la villa de Ayllón…y os seguimos recordando…

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